EDP y Altice: elegir a las personas adecuadas
En los últimos días asistimos a una telenovela sobre la elección del nuevo presidente de EDP, tras la marcha de João Talone.
Nombres como Rui Moreira, Horta Osório, Luís Amado y Francisco de Lacerda han sido mencionados como posibles futuros presidentes del Consejo General y de Supervisión de la eléctrica y, en la edición de hoy del Jornal Económico, proponemos a António Gomes Mota como posible elección para la oficina. Un nombre que encaja bien con la intención, también adelantada esta semana por JE, de elegir para el cargo a una personalidad con un currículum en el mundo de la gestión y sin un perfil político muy marcado.
Esta preocupación de los principales accionistas de EDP –con los chinos a la cabeza– se debe también al momento que vivimos. El país votará el 10 de marzo y el resultado de las elecciones aún es difícil de predecir. Por regla general, los inversores chinos se preocupan por mantener buenas relaciones con el poder político y, en esta lógica, el presidente de EDP debe ser aceptado por el Gobierno.
En otras palabras, que no le diga el diablo, los accionistas de EDP buscan una personalidad respetada con audio grabado que sea capaz de tender puentes con el PS de Pedro Nuno y el PSD de Montenegro. Una empresa puede ser privada, tener una capitalización de mercado de miles de millones de euros y hacer la mayor parte de sus negocios en otros lugares, pero en un país como Portugal nadie quiere estar en malos términos con el gobierno.
Además, EDP no es el único ejemplo de ello. En su época, incluso el indomable Belmiro de Azevedo se propuso presentar su proyecto para Portugal Telecom al entonces Primer Ministro José Sócrates. ¿Alguien cree, por tanto, que el eventual comprador de Altice Portugal podría seguir adelante con el negocio sin contar con la aprobación, ni siquiera tácita, del Gobierno?
Por tanto, tiene mucho sentido que el fondo Warburg pueda presentar a António Horta Osório como socio en un consorcio para comprar Altice Portugal. Horta Osório probablemente no invertirá 600 o 700 millones de euros de su bolsillo en la compra de MEO, pero tiene un peso político y mediático en Portugal que le permite ser mencionado en el “Financial Times” como socio (“Unido”) y no como un mero gestor o consultor.
Para Warburg, ésta podría ser la diferencia entre aparecer ante la opinión pública y la clase política portuguesa como un fondo buitre más que viene a comprar empresas en dificultades o, por el contrario, como un fondo buitre más que viene a comprar empresas en dificultades. jugador respetable. Elegir a las personas adecuadas es muy importante en cualquier país, pero en Portugal lo es aún más.