En el interior de un bar mal iluminado en Shangai, en China, espetadores sorprendidos levantan los teléfonos móviles mientras el artista Wei Yilaien suspende a varias personas en el aire. Los cuerpos son colgados en ganchos, que están atrapados en piercings. Es un espectáculo poco común, que se desarrolla en una especie de clandestinidad.