Cuarenta millones de esclavos









Era muy joven cuando leí, quizás en una revista, que Clark Gable tenía mal aliento. Esta información trivial definitivamente marcó mi relación con Rhett Butler en Y todo el viento se fue. Más tarde, en otra fuente similar, me reconcilié con el actor cuando leí que estaba indignado porque Hattie McDaniel no pudo ver el estreno de la película en la ciudad segregada de Atlanta, y se negó a ir. Fue Hattie quien insistió en que se fuera. Otro hecho conocido: Hattie, a pesar de estar nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria, no podía estar en el club nocturno donde se celebraría la ceremonia, el Cocoanut Grove del Hotel Ambassador, que luego siguió la política de «Solo para blancos», terminó estando presente, claro. Y todo el viento se fue fue nominada y su productor, David O. Selznick, pidió algunos favores y la actriz fue admitida en Cocoanut Grove. En una mesa al fondo de la habitación, sin embargo. Y fue a partir de ahí que se levantó para recibir el Oscar que ganó y dijo en el discurso de aceptación que esperaba ser un crédito para su carrera.

También supe más tarde por Gloria Steinheim que la escena en la que Mammy aprieta el corsé de Scarlett no sería más que un símbolo de la subyugación de la mujer del sur. Y eso, a pesar de sufrir el peso de la ropa, el ajuste del corsé y las interminables horas de grabación, sin contar los besos y el aliento antes mencionado, Vivian Leigh trabajó dos veces más que Clark Gable y recibió la mitad del salario.

Y todo el viento se fue Es una de las películas más rentables de la historia. Mas visto. Más amado. La mayoría odiaba desde el primer momento, justo cuando se anunció la adaptación cinematográfica del libro de Margareth Mitchell. Y con los mismos argumentos utilizados por John Ridley, en el LA Times, que llevaron a la eliminación de la película de la plataforma HBO Max. En el estreno de la película, en 1939, en diferentes ciudades de América del Norte, hubo protestas y carteles donde se podía leer: «Lo que el viento se llevó glorifica la esclavitud».

La pregunta no es cuántas causas podemos inferir de las curiosidades cinematográficas, sino la retirada de una película. El ahogamiento de estatuas. El revisionismo de la historia. Y finalmente, libertad. Algún día volveremos a quemar libros. Como si cerrar el trabajo mejoraría el presente de la existencia humana. No mejora, lo limita. Había esclavos, hombres, mujeres, niños, comprados, vendidos, intercambiados, maltratados. Levantaron civilizaciones. De Egipto a Roma. De África a las Américas. Y hubo quienes pensaron que este era el orden natural del mundo. Ya no piensas eso.

Sin embargo, la esclavitud existe. Se estima que más de 40 millones de personas están actualmente esclavizadas. Las mujeres y las niñas representan el 70% de este grupo. Hay 10 millones de niños esclavos en todo el mundo. Más de la mitad, unos 25 millones de esclavos, están en trabajos forzados: en minas, fábricas, pesca, construcción, agricultura. En países como Mauritania, la esclavitud está inscrita en el código genético: quien nace como una esclava, es una esclava.

El algodón que usamos ya no es recogido por esclavos en las plantaciones en el sur de los Estados Unidos de América, pero eso no significa que no provenga de fábricas asiáticas apoyadas por el mismo trabajo esclavo. Y los camarones, las frutas rojas sanas y los minerales de los teléfonos inteligentes. La esclavitud es, más que nunca, un negocio próspero, con un valor de 134 mil millones de euros anuales (Índice Global de Esclavitud, Organización Internacional del Trabajo de la ONU, OIT; Fundación Walk Free). Pero no es de esta esclavitud de la que hablamos, no nos avergüenza tanto. No aparece en éxitos de taquilla. No pone a los manifestantes en la calle. No HBO en el sentido.





El movimiento Black Lives Matter, como el movimiento #MeToo, tiene un objetivo claro, en este caso, justicia, reparación, responsabilidad exigida de las fuerzas policiales hacia la población negra. Diversos usos, personales, colectivos, partidistas o no, banderas de apropiación cultural, son maniobras de diversión. El recuerdo de Treyvion Martin, George Floyd, todos martins y floyds, merece más, merece algo mejor.

Manuel Rivas

Fernando Rivas. Compagino mis estudios superiores en ingeniería informática con colaboraciones en distintos medios digitales. Me encanta la el periodismo de investigación y disfruto elaborando contenidos de actualidad enfocados en mantener la atención del lector. Colabora con Noticias RTV de manera regular desde hace varios meses. Profesional incansable encargado de cubrir la actualidad social y de noticias del mundo. Si quieres seguirme este es mi... Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/manuel.rivasgonzalez.14 Email de contacto: fernando.rivas@noticiasrtv.com

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