Cómo nos engañamos para no volvernos locos
¿Alguna vez te has encontrado reaccionando de forma exagerada a las críticas constructivas o culpando a otros por tus propios errores? oh comportamiento defensivo Está en la raíz de muchos de los problemas que tenemos con los demás y con nosotros mismos.
En 1934, Anna Freud, en su libro “El ego y los mecanismos de defensa”, analizó cómo, instintivamente, protegemos nuestro “ego” (la imagen aceptable de quiénes somos) de nuestra versión más oscura y realista. Los mecanismos de defensa, a su vez, son recursos psicológicos inconscientes utilizados para reducir la ansiedad que surge de deseos inaceptables o potencialmente dañinos.
Funcionan como filtros que modifican, enmascaran o redirigen los sentimientos e impulsos internos, permitiendo que se expresen de maneras más aceptables o menos amenazantes.
Sin embargo, defendiéndonos a corto plazo, perjudicamos nuestras posibilidades de afrontar la realidad a largo plazolimitando nuestro desarrollo.
+Lea también: Freud y compañía en el diván: debates actuales sobre el psicoanálisis
Los principales mecanismos de defensa descritos por Anna Freud incluyen:
- Negación. Negarse a aceptar una realidad dolorosa o amenazante. Ejemplo: “Bebo todas las noches y tengo mucha resaca, pero no tengo problemas con el alcohol.“.
- Desplazamiento. Redirigir las emociones de un objeto provocativo a uno menos amenazador. Ejemplo: descargar las frustraciones laborales sobre los miembros de la familia.
- Proyección. Atribuir sentimientos indeseables a otra persona. Ejemplo: acusar a un colega de vago, cuando en realidad es el propio individuo quien lucha contra la procrastinación.
- Vuélvete contra ti mismo. Sentirse enojado u odiarse a sí mismo. Ejemplo: un niño descuidado en la infancia que se ve a sí mismo como indigno, en lugar de reconocer la incompetencia de sus padres para darle amor.
- Regresión. Regresar a comportamientos de fases anteriores de la vida bajo estrés. Ejemplo: un adulto que recurre a rabietas cuando está molesto.
- Racionalización. Justificar acciones o sentimientos de una forma que parezca lógica, evitando la verdadera causa. Ejemplo: «No conseguí el trabajo porque no le agradaba al entrevistador, no porque no estuviera preparado».
- Devaluación. Minimizar el valor de algo para reducir su impacto emocional. Ejemplo: «Ese trabajo que no conseguí no era tan bueno».
- Entrenamiento reactivo. Transforma los sentimientos inaceptables en opuestos. Ejemplo: tratar a alguien de quien tienes celos con excesiva amabilidad.
- Sublimación. Canalizar impulsos inaceptables hacia actividades productivas. Ejemplo: utilizar la frustración con el trabajo para impulsar un pasatiempo creativo.
- Fantasía. Crea escenarios imaginarios para escapar de la realidad o lidiar con deseos incumplidos. Ejemplo: imagínate viviendo una vida completamente diferente.
Reconocer y comprender estos mecanismos no es sólo un viaje fascinante, sino también un paso esencial hacia el desarrollo personal y relaciones más saludables. Al tomar más conciencia de cómo nos engañamos a nosotros mismos, podemos empezar a afrontar la realidad con mayor claridad.
*Saulo Velasco es psicólogo y, desde hace más de diez años, enseña habilidades académicas y de estudio a personas de todos los niveles educativos. Es director de aprendizaje en La escuela de la vida.
Telegrama