Cirugía plástica para recuperar la autoestima tras el cáncer de piel
Una nueva investigación del Instituto Nacional del Cáncer (Inca) proyecta una realidad desafiante para los próximos años en Brasil. Se producirán 704 mil nuevos casos anuales de cáncer para el trienio 2023 a 2025. De ellos, el 31,3% se refieren a cáncer de piel no melanomael tipo más común -y el menos dañino, aunque requiere atención de los profesionales de la salud y de la población en general-.
Hay dos tipos principales de cáncer de piel: el no melanoma, que se puede dividir en carcinoma de células basales y carcinoma de células escamosas (entre otros más raros), y el melanoma. El carcinoma basocelular se caracteriza por una herida o nódulo y presenta una evolución lenta, y el carcinoma epidermoide también aparece a través de una herida o sobre una cicatriz, especialmente los provocados por quemaduras.
El melanoma es el menos común y el más peligroso, debido a su alto nivel de mortalidad y posibilidades de metástasis.
oh El tipo no melanoma representa el 95% de todos los casos de cáncer de piel y puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, especialmente en zonas como la cara y el cuello. El diagnóstico es clínico, normalmente realizado por un cirujano plástico o dermatólogo. Evalúan las características de las marcas en la piel, como:
- Moretones que no sanan en 30 días.
- Lesiones que forman llagas o que están rojas y descamadas.
- Lunares con cambios de color, tamaño o grosor.
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Todos los tumores de piel tienen algo en común: es fundamental que se diagnostiquen a tiempo. De ahí la necesidad de realizar evaluaciones periódicas de manchas, manchas o lesiones.
De esta forma, el tratamiento será, en su mayor parte, curativo, y los efectos sobre la piel serán menores. Al extirpar el cáncer, los médicos también definen un margen de seguridad para el tejido que también se extirpa. Esto es para evitar que queden células tumorales residuales.
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Con estos márgenes de seguridad bien definidos, el cirujano plástico juega un papel fundamental en la extirpación del tumor, con una misión que involucra la salud física y psicológica a largo plazo.
La reconstrucción de la piel tras la resección tumoral implica el uso de técnicas ampliamente utilizadas en cirugía plástica, como injertos de piel y colgajos de tejido. Ayudan a minimizar cicatrices y deformidades.
Aunque se trata de un cáncer levemente dañino, la idea de tener una marca permanentemente expuesta en la piel asusta a la mayoría de los pacientes. Por tanto, la conservación o restauración de la zona operada no debe verse sólo como un detalle de este recorrido, sino como uno de los pilares principales. Al fin y al cabo, implica calidad de vida, bienestar y, sobre todo, autoestima.
La recuperación también debe ser psicológica, y el papel del cirujano plástico de hacer que el paciente se sienta bien con su propio cuerpo va acompañado de esta misión de permitirle verse a sí mismo más allá de la enfermedad.
El paciente no debe quedar reducido al cáncer. Merece –y necesita– tener una vida armoniosa, ligera y libre del estigma del cáncer de piel.
*Fabio Nahas es cirujano plástico, profesor de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y director científico internacional de la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica.
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