Científicos usaron estrellas como relojes para saber la edad de la Vía Láctea
Usando estrellas como relojes, los científicos de un instituto alemán proporcionaron datos más precisos.
En un artículo publicado el miércoles en la revista científica británica Nature, los astrónomos Maosheng Xiang y Hans-Walter Rix del Instituto Max-Planck de Astronomía en Alemania utilizaron un estudio de casi un cuarto de millón de estrellas para cronometrar el desarrollo de la Vía Láctea.
En el estudio, aprovecharon el conocimiento existente sobre los ciclos de vida estelares para comprender mejor la vida galáctica más larga. El disco de la Vía Láctea se puede dividir en dos partes, una más delgada con estrellas más jóvenes, a la que pertenece el Sol, y otra gruesa, con estrellas más viejas que se extienden más allá del plano de la espiral galáctica. Alrededor de la galaxia también hay un círculo luminoso, con estrellas más antiguas. Los científicos han descubierto que el disco grueso probablemente comenzó a formarse hace 13.000 millones de años, dos mil millones de años antes de lo que se suponía y solo 800 millones de años después del llamado Big Bang, crucial en el desarrollo temprano del universo.
El círculo galáctico interno se formó unos dos mil millones de años después. El ensamblaje del halo interno tuvo lugar a través de la fusión de la antigua Vía Láctea con la llamada galaxia Gaia-Enceladus, una pequeña espiral que en su mayor parte se fusionó con nuestra galaxia hace unos ocho mil millones de años.
Para desarrollar el descubrimiento, los investigadores utilizaron relojes estelares, que son estrellas de baja masa. Cuando una de estas estrellas, como el Sol, comienza a usar su propio hidrógeno, el núcleo se contrae como una especie de contrapeso a la presión de su propia gravedad, empujándolo hacia el colapso. Luego se enciende el hidrógeno ubicado en una capa alrededor de las estrellas, pero si bien aún no es gigante, la luminosidad que tiene está fuertemente relacionada con su edad.
Tal y como apunta la publicación, la edad de una estrella es uno de los parámetros más difíciles de determinar. No se puede medir directamente, pero debe inferirse comparando las características con modelos informáticos de evolución estelar.
