Brasil es una lección
Ya estábamos esperando. Todo indicaba que sí, pero, inconscientemente, había siempre una réstia de esperanza que nos hacía creer que todo podía cambiar en el último segundo. Pero no. Ya no hay como ignorar: Bolsonaro es el próximo presidente de Brasil. Y quiere que queramos, o no, fue la democracia que lo eligió.
Bolsonaro no llegó hasta el Palacio del Planalto solo, llegó con el sorprendente apoyo de muchos, con la revuelta de otros, con el cansancio de la corrupción, con las envueltas del PT, con la inseguridad. Todo fue terreno fértil para su ascensión.
A pesar de haber sido tan hablado y comentado por todos, a pesar de haber reinado en la prensa nacional y extranjera y de haber sido tema de tantas conversaciones entre nosotros, todavía falta desvelar lo que traerá la elección de Bolsonaro para el mundo. Lo que estamos seguros es que no puede ser ignorado ni olvidado. Ignorar el problema sería desresponsabilizar al mundo para un problema que no es exclusivo de Brasil, sino de varias naciones.
La falta de confianza en la clase política ha llevado a las personas a defender lo que nunca se han encontrado capaces, ha llevado a personas a la desesperación, a la incredulidad total y al ascenso de ideas radicales. La desesperación alcanzó niveles tan altos que parece que todo vale! Es el fracaso de la democracia. Es el fracaso de la clase política que a lo largo de los años se ha revelado incapaz de conducir un país.
Brasil es una lección que nos muestra hasta dónde es que el desánimo es capaz de llevar una nación. Hasta donde va la capacidad de revuelta de las personas cuando jamás ninguna solución las hace creer que el cambio es posible. Es una lección que nos revela que de una sociedad polarizada y dividida no puede nacer una solución capaz de levantar un país y de hacerlo crecer.
Brasil es una lección, de ella podemos aprender lo que no queremos, lo que rechazamos, lo que no toleramos. Y es por eso que somos mucho más que simples espectadores que se disponen a comentar ya ver, impávidos y serenos, frente a la televisión. Somos actores directos en un fenómeno que comienza a controlar el mundo y que lo recorre de una punta a otra. Que Brasil sea, entonces, una lección, de las que no se olvidan, de las que tanto enseñan. ¡Así sabremos valorar y hacer valer la democracia!
Estudiante, 22 años