Bomberos en incendios en Chile son 100% voluntarios y hasta se financian con bingo

El chileno Paul Vázquez, de 56 años, respiró aliviado cuando se dio la vuelta y vio que quien le tocaba el hombro era su hijo. El padre había pasado 28 horas sin saber el paradero de Paul «junior», de 20 años, en medio de uno de los incendios más mortíferos del mundo en este siglo, por lo que su primera reacción fue un fuerte abrazo.

Ambos vestían overoles beige y se encontraban en Viña del Mar, ciudad de la costa de Chile que fue escenario de incendios que arrasaron barrios enteros y mataron a 131 personas el pasado viernes (2). Padre e hijo sirvieron como bomberos uno al lado del otro, aunque son, respectivamente, un famoso comediante y un estudiante.

En Chile el 100% de los brigadistas son voluntarios y no reciben salario. Incluso pagan una tarifa mensual por trabajar que varía entre 4.000 y 50.000 pesos (entre 20 y 250 reales), dependiendo de la unidad a la que estén asignados. Gestionan sus propios «cuarteles» y cuentan con el 99% de la aprobación de la población en situaciones de emergencia.

En Brasil también hay bomberos voluntarios, pero son un grupo más reducido y complementario a la corporación militar y suelen agruparse en ONG o asociaciones.

«Aquí en Chile los gobiernos, principalmente municipales, apoyan con alrededor de la mitad de los fondos, para comprar material, vehículos, gasolina. El resto somos nosotros, con campañas, bingos y aportes», dice Luis Reyes Concha, de 56 años, superintendente de la región sur del área metropolitana de Santiago y también ingeniero.

Trabaja de 8 a 18 horas en una empresa y luego va a la base, donde a veces permanece hasta medianoche gestionando o manteniendo reuniones con otros superintendentes: hay 55 mil bomberos en el país, divididos en 314 unidades. «Sí, es muy agotador», dice riendo. «Pero los chilenos nos ayudan mucho».

Vázquez duerme de lunes a viernes como guardián en la base, cuando «se baña, se arregla y se olvida un ratito de los bomberos para pasar el fin de semana con su 'señora'». Aún así, dice que prioriza su trabajo como artista cuando tiene exposiciones, que es lo que le genera ingresos.

Es uno de los humoristas más conocidos de Chile y en las calles se le conoce como «El Flaco», personaje humorístico que creó en los años 80. «Cuando voy a responder a incidentes, obviamente tengo todo el equipo de protección puesto». y me concentro completamente, pero cuando termina la gente empieza a reconocerme», dice.

En la tragedia de esta semana, dice que logró aliviar algo de la tensión cuando fue a llevar comida a las miles de personas que perdieron sus hogares en Viña del Mar, su ciudad natal. «Aprendí a canalizar el humor. Mientras almorzaban yo hacía chistes. Cuando la gente está triste, puedo abrazarla y el dolor se les va un poco».

Como muchos, describe la escena que vio a su llegada, el sábado (3), como «un infierno en la tierra, una lluvia de fuego, una catástrofe impresionante, desesperación y también impotencia». «No pudimos hacer nada porque los hidrantes no funcionaban», afirma. A última hora de la noche del martes (6), la corporación anunció que el incendio estaba totalmente controlado.

El actor empezó a prestar servicio hace 15 años, «casi por casualidad». Fue a encontrarse con el padre de un amigo que es conductor subcontratado de las brigadas y los bomberos que se encontraban en la casa lo animaron en broma a ponerse el disfraz. Le preguntaron si alguna vez había pensado en la profesión y le entregaron un formulario. Hoy trabaja en una unidad forestal.

«Cuando vas a llamar a las puertas de los bomberos es voluntario, pero una vez que prestas juramento tienes una serie de obligaciones», afirma. Realizan seis meses de cursos iniciales en la academia de bomberos, pero luego continúan capacitándose continuamente en áreas como incendios, rescate en vehículos o alturas, traumatología y reanimación, explica el superintendente Reyes.

Puede resultar difícil para un brasileño internalizar este nivel de dedicación, pero en Chile el modelo es una tradición muy arraigada, permeada por las palabras altruismo y orgullo. La primera compañía de voluntarios apareció en 1851 en Valparaíso, ciudad vecina a la reciente tragedia que ese año fue escenario de otra serie de incendios devastadores. El ejemplo se extendió luego por todo el país.

En un país acostumbrado a vivir con desastres naturales, los bomberos fueron esenciales en la respuesta al terremoto de febrero de 2010, que mató a más de 500 personas y fue el más grave desde 1960.

En Concepción, una de las ciudades más afectadas por el terremoto, a unos 500 kilómetros al sur de Santiago, los grupos no sólo trabajaron para rescatar a las víctimas sino que también ofrecieron su sede a quienes llegaban del exterior y necesitaban refugio, incluidos periodistas. Como la mayoría de ellos no pudieron regresar a casa al final del día debido a la cantidad de trabajo posterior al terremoto, las familias se mudaron temporalmente al grupo como una forma de brindar apoyo. Eran voluntarios de voluntarios.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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