Azores: Keystone amistad sino-portugués?
La reciente visita del Presidente de la República Popular de China (RPC) a Portugal se celebra oficialmente con pompa y circunstancia. Parecía que la iniciativa "La Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI" representa volver a visitar la llegada de los barcos portugueses a los mares y tierras de Oriente.
Una euforia que ha cuestionado los problemas de poca importancia como la cuestión de los derechos humanos en la RPC. Esa es la bandera a subir cuando Portugal es el gato al agua. No es el caso.
En este momento lo importante fue rubricado acuerdos bilaterales con la segunda potencia comercial en el mundo y el principal inversor en Portugal. No interesaba cuestionar cómo China alcanzó ese nivel. ¿Cuál fue la estrategia -y el respetado precio social y ambiental- para que cerca del 75% de la población china viviera en pobreza extrema en 1984 y, en la actualidad, sólo el 1% continúe en esa condición.
El Gobierno se ha mezclado en la preparación de la visita. Fue mucho más allá de la tradicional hospitalidad lusa. Incluso aceptó que, por razones de seguridad, el líder chino, los portugueses se buscaron para entrar en las respectivas casas. Los 17 acuerdos bilaterales justificaban todo.
En medio de tanta euforia diplomática, nadie se molestó con el hecho de que aquí al lado de España haya rechazado, por ahora, formar parte del plan «Una franja». Pidió tiempo. Una estrategia que China domina a la perfección. A diferencia de Portugal. La prisa como consejera. Veremos si es bueno.
En tiempo de fiesta no hay lugar para plantear dudas. Por eso, se calienten todos aquellos que vienen en esta visita mucho más que los acuerdos firmados. Aquellos que, desde hace años, ven acompañando la forma en que la Republica Popular de China se está expandiendo a Occidente. Una expansión que recurre a las motivaciones económicas, pero que está lejos de quedarse por ahí. Los ejemplos son numerosos y claros.
No parece plausible que las relaciones con Portugal serán una excepción en la regla que ha marcado la política exterior de China. En su forma estratégica de encarar el tiempo, China no da punto sin nudo. Es en esta óptica que deberán considerarse acontecimientos como las «paradas técnicas» y las visitas de las principales entidades chinas en las Azores. Un archipiélago sin vecinos y, como tal, una piedra angular de la seguridad en el Atlántico Norte. Una región donde hay una base naval portugués, pero en los Estados Unidos tienen instalaciones especiales para su uso, y el puerto de aguas profundas en Praia da Vitória.
Azores que, además del enorme potencial geoestratégico, disponen de una amplia gama de recursos en los fondos oceánicos. Un activo que podría crecer si se aprueba el proyecto de expansión de la Plataforma Continental y la idea del «Mar Europeo» no llevar a Bruselas a la gestión de la riqueza nacional.
Son estas cuestiones que, por ahora, no conviene levantar. De momento, la hora es de celebración. No hay un valor que las voces diplomáticos, silenciado, ya estarán mostrando incomodidad con la posibilidad de Portugal viene a servir como puerta de entrada de China a la del Atlántico.
Hay que saber relativizar. Puerto de la Playa de la Victoria? ¡Entonces no hay Sines! Base de los Lajes? La perspectiva portuguesa, el Laboratorio de Investigación de Tecnología Avanzada en dominios marinos y el espacio es nada allí incluso para Santa María. Queda por saber si la perspectiva nacional coincide con la visión china.
Volviendo al título y vista de lo anterior, no es seguro que la amistad portugués-chino celebrado no evolucionar hacia una relación sino-portugués interesada que transforma la República Popular China en el nuevo dueño de todo (DDT). Una inversión extractiva a traer a la memoria las peores prácticas coloniales.
A un país donde los gobernantes ya delapidaron cuatro imperios – India, Brasil, África y la emigración con sus viudas de hombres vivos – se exige realismo pragmático en las relaciones internacionales. La teología del mercado no puede llevar a olvidar la iniciiología de los valores.
Adriano Moreira enseña que los vecinos se suceden, pero los amigos se escogen. Una realidad que mantiene validez en tiempos de globalización. Aunque los amigos sean llamados a mostrar que son verdaderos aliados. Como los norteamericanos en las Azores. En mi opinión, una de las piedras angulares a China se han vuelto sus ojos a Portugal.