Avante, camaradas y camaradas
A finales de octubre, antes de tomar un vuelo en el aeropuerto de San Diego, necesitaba usar los lavabos. En la antigüedad, ésta era una actividad lineal: una persona entraba en el compartimiento dedicado a su sexo, hacía lo que tenía que hacer y estaba despachada. Afortunadamente, tales simplismos tienden a acabar. En San Diego había tres compartimentos, uno para señoras, uno para caballeros y un tercero dedicado, paso a citar, a "todos los géneros". Y añadía el cartel: "Cualquiera puede usar este cuarto de baño, independientemente de la identidad o expresión de género". El cartel era ilustrado con cuatro muñecos, el primero traía falda, el segundo traía pantalones (o se mostraba desnudo, el grafismo no primaba por la claridad), el tercero traía una sola falda en la pierna y la habitación parecía un niño, aunque pudiera ser un niño enano. De repente, la actividad en cuestión perdió la antigua espontaneidad y se transformó en una elección complicada. Siendo hombre, debía usar la zona de los hombres o la de "todos los géneros"? Y la zona "todos los géneros", perfeccionamiento de la ancestral "unisexo", no anula las restantes, cuyo espacio podía ser aprovechado para un nuevo Starbucks? Y los niños, no tienen sexo (vade retro)? Me encontré en estas divagaciones cuando la naturaleza, esa construcción social, me recordó de los motivos que me llevaron allí. "Seguí la opción conservadora, pero, radiante con los avances civilizadores, me quedé a media hora siguiente a contemplar, a lo lejos, la puerta de los lavabos" inclusivos ", esperando encontrar una fila de" cross-dressers ", mujeres barbudas, , que se estrenará en el mes de mayo. En un aeropuerto internacional repleto, no entró allí nadie. Mera coincidencia. En el mundo desarrollado, pronto cualquier lavabo público tendrá una sala para cada letra del acrónimo LGBTQI% ORN # F * AP +.
La introducción anterior sirve dos propósitos: a) sugerir que soy un tipo viajado; b) lamentar que, en el mundo de retraso, leído en Portugal, un busto pequeño escándalo después de que un miembro de la SER se atreven a añadir "camarados" a "compañeros" y luego firmar un artículo en "Público" para justificar la vergüenza . Es decir, en lo que toca a abolir el pérfido "binarismo de género", por aquí todavía vamos en el estado embrionario. Por aquí, todavía se busca "afirmar" a las mujeres (las "camaradas") contra lo que el diputado Pedro Filipe Soares define, y bien, por "modelo patriarcal y machista de sociedad" (los "camaradas"). Sobre las innumerables identidades y los innumerables géneros que faltan, ni una palabra.
Y hay palabras que dar con un palo (en la cabeza de los reaccionarios). En el inglés, los "activistas" heroicos y semi-alfabetizados que finalizaron "history" con "herstory", ahora luchan para sustituir los pronombres masculinos y femeninos (he, him, she, her, etc.) por pronombres no discriminatorios como "ze "Hir", "xe", "xem", "xir", "hy", "hym", "hys", etc. Además de la destrucción de la gramática, que es fascista, esto facilita enormemente la convivencia, aunque el ideal era la / la persona / el decidir el pronombre que le conviene (para mí, arriesgaría un "t? Ç"). Por supuesto, la ausencia de distinción de género en los sustantivos ingleses favorece el avance de los anglosajones en la materia. En portugués, nos enfrentamos a la necesidad de modificar la ley y mazo, miles de palabras con el fin de hacerlos "inclusivo" ( "compañero / camarado" -? O camarady, "leninista / leninisto" – o leninista © , "Chalupa / chalupo" – o chalupx?). En la lengua y en todo, la "inclusión" es un concepto esencial.
¿Por qué? Ahora bien, porque somos todos iguales, y es ofensivo no respetar la igualdad. Entonces, ¿por qué las políticas "identitarias" dividen a la población en decenas de "minorías" y grupos? Porque la división en clases no funcionó y porque somos todos diferentes, y es ofensivo no respetar la diferencia. La "ofensa", que viene del "abuso" y provoca el "sufrimiento", es otro concepto basilar. Promover a una mujer a la cabeza sin llamar "chefa" es un abuso, que ofende a la señora, la hace sufrir y, en pocos días, conduce invariablemente al suicidio. La idéntica tragedia se da con el / la mozo / a de género fluido que no dispone de un baño fluido, o con el candidato negro, perdón, negro, perdón, afro-en algún lugar a quien no se ofrecen cuotas de acceso a la universidad a título de reparación de la esclavitud: abuso, ofensa, sufrimiento, pulsos cortados. Aunque muchas mujeres, gays o negros no concuerdan, sus auto-designados portavoces no permiten dudas: en las sociedades "patriarcales y machistas", todo el mundo es víctima. Todo el mundo, excepto los hombres, blancos y broncos y heterosexuales, que son culpables.
A fin de cuentas, cuesta algo estrafegar la lengua y las costumbres por decreto para implementar la cartilla moral del activismo "identitario"? Salvo por la subyugación a fanáticos, no cuesta nada. Como recuerdan los sacerdotes de la causa, basta un bocadito de tolerancia, empatía, gentileza – y es por eso que los sacerdotes odian de muerte a los infieles. Seamos tolerantes: odiamos con ellos. Es facílimo, ya que no requiere inteligencia, rigor, conocimientos especiales o la mínima noción de la realidad y del ridículo. Avante, camaradas y camaradas, el progreso nos espera. Y la progresa también.