América Latina y la competencia global por el capital humano

A medida que crece la competencia global por capital humano calificado en el mundo desarrollado, muchos países latinoamericanos experimentan grandes pérdidas anuales. Aproximadamente la mitad de las empresas de la región tienen dificultades para encontrar personal calificado, en comparación con el 35% de los países miembros de la OCDE. Esta situación, en el mediano y largo plazo, tendrá graves consecuencias para la competitividad de los países de la región.

En los últimos años, varios países de Europa y América del Norte se han involucrado en una lucha frontal para atraer talento internacional. La Oficina de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá mencionó que el país requiere alrededor de 400,000 inmigrantes calificados y recientemente otorgó alrededor de 90,000 residencias permanentes a estudiantes.

En 2020, Alemania aprobó su nueva ley de inmigración que facilita la llegada de personas con estudios técnicos y universitarios. Y en el Reino Unido, después del Brexit y el éxodo de alrededor de un millón de trabajadores, el primer ministro Boris Johnson anunció e implementó visas para graduados de las principales universidades mundiales y reformó su sistema de inmigración para atraer «talentos mundiales».

Los cambios demográficos ejercen una presión cada vez mayor sobre los países ricos para atraer grandes cantidades de capital humano. ¿Qué papel juega América Latina en esta lucha global por el talento?

América Latina subsidiada para países ricos

Casi todos los países de ingresos medios y altos de América Latina cuentan con esquemas de becas para que jóvenes talentosos puedan formarse en universidades extranjeras con el objetivo de retornar e implementar estos conocimientos en sus países de origen. En la práctica, sin embargo, en muchos casos, estos esquemas subsidian la capacitación en los países más ricos del norte global, y estos países terminan con el personal capacitado.

Solo en Estados Unidos, las solicitudes de visa de personas altamente calificadas en Brasil aumentaron en un 30% en el último año, mientras que durante el gobierno de Dilma Rousseff, más de 100.000 brasileños estudiaron en alrededor de 30 países financiados por el estado. Sin embargo, pocos han regresado, y para los que regresan, la situación dista mucho de ser promisoria, ya que no hay suficientes vacantes para recibir a este personal y muchos deben recurrir al subempleo, ocupando puestos para los que están sobrecualificados.

Miles y miles de biólogos, ingenieros y médicos, entre otros, no encuentran puestos en sus países con carreras escalonadas, salarios adecuados o infraestructura para desarrollarse profesionalmente. Pero esto no se limita al personal con títulos de posgrado; esto también es cierto para técnicos como enfermeras, operadores e incluso profesores que también deciden emprender su viaje hacia el norte global.

Inversión que no devuelve

A medida que el mundo avanza hacia una nueva forma de capitalismo del conocimiento, América Latina se ha quedado atrás. No solo vivimos grandes movimientos de emigración de personal medio y altamente calificado, sino que la imposibilidad de financiar nuevas formas de negocio o innovar mantiene a los países de la región en la trampa de los ingresos medios donde, si bien es cierto que existen algunos ingresos (principalmente materias primas) que aportan ingresos a nuestros países, estos no son suficientes para avanzar a la categoría de país desarrollado.

En el caso de Perú, desde 2005 e incluso antes de la pandemia, más de 150.000 personas emigraron al año, más del doble que durante los años más críticos de la década de 1990, cuando la cifra no llegaba a 75.000 anuales, según el Instituto. de Estadística e Informática del Perú. Más de nueve de cada 10 emigrantes son jóvenes de entre 18 y 35 años con educación secundaria y terciaria. Mientras que en el caso de Venezuela, el éxodo masivo de los últimos años ha afectado a una gran proporción de la población y estos jóvenes, en su mayor parte, no volverán.

Uno de los efectos de esta pérdida masiva de capital humano es que los países tienen menos presión para construir sistemas que retengan personal altamente calificado. En el ámbito privado, la innovación no despega por la falta de infraestructura adecuada para que se materialice.

Mientras las personas calificadas migran en masa, nuestros países han iniciado un descenso paulatino de las tasas de natalidad, avanzando paulatinamente hacia una trampa productiva donde cada vez habrá menos jóvenes en edad de trabajar y más jubilados, es decir, nuestros países. mayores, pero no ricos, al contrario de lo que ocurre en Europa.

Este fenómeno tiene importantes repercusiones económicas dado que, en teoría, los países de ingresos medios y altos tienen un tiempo limitado para realizar la transición a economías desarrolladas. Con una capacidad limitada para absorber personal altamente calificado, los países de América Latina seguirán cayendo debido a la falta de competitividad mientras que el costo de vida, incluidos los alimentos y otros, aumenta gradualmente debido a la urbanización y el aumento de los costos de producción.

Por lo tanto, los países de la región no se encuentran en un nivel que les permita competir con el nivel de desarrollo tecnológico de los países del norte global, ni se benefician de salarios relativamente bajos para competir con países de bajos ingresos con industrias intensivas en mano de obra. Este es el costo que enfrenta América Latina por exportar no solo recursos naturales sino también recursos humanos.

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