Amazonas





Bolsonaro, que es fascista, misógino y racista, nombró a una mujer india para el equipo de transición presidencial. Sílvia Nobre, de su nombre, nació en la tribu Waiãpi, en Amapá, región de la Amazonia brasileña que bordea con la Guayana Francesa. Tiene 42 años y tres hijos. El primer hijo nació cuando ella tenía 13 años (parece que es frecuente en su cultura). Fugió de la reserva a los 14 años. Después de eso vivió en la calle, vendió libros, fue aderecista en la TV Globo y actriz y es, desde 2016, fisioterapeuta en el Ejército brasileño que es, como todos los ejércitos, un eficiente ascensor social. Sílvia noble no es ciertamente una persona vulgar, por la fuerza y ​​la perseverancia de que dio pruebas. Pero nos obliga a pensar en todas las mujeres indias que, como ella, nacieron condenadas a ser madres adolescentes y vivir sin futuro y que, al contrario de ella, no consiguieron huir a ese destino.





Los indios brasileños nunca fueron tratados como ciudadanos de pleno derecho. En el código civil de 1916 eran considerados legalmente irresponsables. Este estado de cosas se mantuvo hasta 1961, año en que, por acción de los hermanos Villas Boas y proyecto de Darcy Ribeiro, se creó el Parque Indígena del Xingu. En las décadas siguientes el objetivo fue, según se afirmaba en el Estatuto del Indio, en 1973, "integrar a los indios a la sociedad brasileña, asimilándolos de forma armoniosa y progresiva". Pero, con la Constitución de 1988, la tendencia integracionista fue abandonada. En nombre del "valor intrínseco" de las tradiciones ancestrales, el artículo 231 de la Constitución definió un supuesto derecho natural, anterior al propio Estado, vinculado a una raza y costumbres incuestionables. Estas costumbres, conviene notar, incluyen tanto la maternidad adolescente como el infanticidio de niños discapacitados o simplemente nacidos de madres solteras. En fin, en la página de la Funai se fundan los derechos de ciudadanía en las "formas propias de organización de cada pueblo indígena", ignorando groseramente el hecho de que la ciudadanía es personal y no un "derecho" de grupo.

Esta política de "respeto" por las culturas indígenas es de hecho una política racista y segregacionista, que sirve a la perpetuación de una burocracia nacida con las propias reservas indígenas y que es apoyada por radicales burgueses, que satisfacen así su nostalgia de la naturaleza preindustrial al mismo tiempo que viven sus cómodas vidas urbanas en París o en condominios cerrados de Leblon o Ipanema y mandan a sus hijos a estudiar en universidades inglesas o americanas. Son los mismos que les gusta maldecir la "pedagogía etnocéntrica" ​​con que los jesuitas, hace 350 años, "oprimían" la cultura amerindia con la vil intención de rescatar a los indios a la esclavitud y enseñarles la libertad y la dignidad.

Bolsonaro merece muchas reservas, de las cuales la menor no será el apoyo que el frente evangélico, antes apoyante del PT, ahora le da. No es el caso cuando critica la menorización de los indios por activistas y burócratas.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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