Altamente populista

No. No, pero tal vez. Tal vez, pero no. Sí, pero poco. Sí, pero mucho. No, ni pensar. Este es el resumen posible de las posiciones que el gobierno asumió en relación a las tasas en la enseñanza superior – un recorrido repleto de anuncios sonantes, contradicciones, compromisos revisados, promesas y desmentidos. Y, finalmente, ¿qué defiende el gobierno en materia de cobro de tasas? Por los visados, ni el propio gobierno lo sabe.

En 2016, el ministro de Educación Superior, Manuel Heitor, aseguró que las tasas eran una cuestión "regulada y estabilizada", en relación a la cual no podían plantearse dudas. ¿Trato cerrado? Nada de eso porque, dos años después, la historia cambió. En octubre de 2018, el BE anunció que había llegado a un acuerdo con el Gobierno para bajar el valor máximo de 1068 a 856 euros, un paso hacia su abolición, como es el deseo de los bloquistas. En el cuestionario, el ministro de Educación Superior valoró ese acuerdo y abrió la puerta para que en el futuro (en la próxima década) se eliminar las tasas en las licenciaturas. Idea a la que dio énfasis, por propia iniciativa, en declaraciones a los periodistas en la Convención Nacional de Educación Superior, el 7 de enero de 2019. Y, dado el contexto altamente politizado de ese evento, estas declaraciones sirvieron de mote para sucesivas tomas de posición los miembros del gobierno: ese día, Pedro Nuno Santos (Secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios) y Alexandra Leitão (Secretaria de Estado de Educación) defendieron de forma afectada la gratuidad de la frecuencia de la enseñanza superior.

Se hizo evidente la posición del gobierno, si no concertada, al menos compartida por varios de sus miembros de forma pública y en forma de compromiso político. Hasta Marcelo Rebelo de Sousa se unió al coro, diciéndose "totalmente de acuerdo" con la abolición de las tasas. En el Público, se leía el título "Fin de las propinas es nueva bandera del Gobierno y Marcelo apoya". Por todo el lado, incluyendo en la propia página del PS, la noticia fue que varios gobernantes apuntaban a la abolición de las tasas en los próximos 10 años. Más: de inmediato surgieron avances sobre la inclusión de ese compromiso en el programa electoral del PS, a pesar de los avisos de Carlos César de que no habría medidas previstas. Y durante todo el mes de enero, varias discusiones, análisis y opiniones se publicaron para evaluar este compromiso del gobierno patrocinado por la Presidencia de la República.

Ahora, el sábado, llegó el capítulo que faltaba. En una entrevista al Expreso, el ministro de Educación Superior rechazó que el fin de las propinas estuviera en el horizonte político del gobierno. En primer lugar, deshizo la idea de la razonabilidad presupuestaria de esta medida. Segundo, negó alguna vez haber hablado en las propinas: "nunca he hablado de propinas en mi intervención; lo que digo es que el Estado tiene que trabajar en la próxima década para reducir los costos de las familias; (…) Nunca he hablado en las tarifas debido a que los costos de los hogares portugueses son los otros cuatro mil euros ". En tercer lugar, negó que el horizonte a 10 años era una meta portuguesa tiro para el ámbito europeo una reflexión sobre la extensión de la educación obligatoria hasta los 21 años (una discusión que se considera "que no va a ocurrir"). Y, por fin, calificó la actual defensa de la abolición de las tasas como "altamente populista" – lo que, voluntariamente o no, resultó ser una crítica muy fuerte al BE, a sus colegas de gobierno y al Presidente de la República.

En esta fase, después de esta entrevista abrumadora, dejó de importar si la abolición de las tasas es una medida buena o mala (sobre eso, mi opinión está aquí y aquí). Y, por insólito que sea, tampoco vale la pena conjeturar acerca del acontecimiento paranormal de que el ministro Manuel Heitor cree que no dijo algo que todo el mundo oyó y comentó. El punto clave a retirar de aquí está ya sólo en la constatación del precio de la demagogia: la ligereza con que miembros del gobierno asumen posiciones sobre políticas públicas, la facilidad con que se da lo dicho por no dicho, la vacuidad de un debate público basado en (en lugar de datos y pruebas empíricas). Este episodio político sobre las propinas podría dar anécdota, pero es antes un fiel y triste retrato del desgobierno nacional.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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