Alcohol en la pandemia
Levantar la copa y brindar por nacimientos, aniversarios, bodas, graduaciones, finales de campeonatos y tantas reuniones especiales es un ritual indispensable en las más variadas culturas. El tim-tim simboliza celebración, bienestar, alegría y, por supuesto, ¡el deseo de salud! Además de estos escenarios festivos, los efectos embriagadores de las latas y botellas también son deseables en contextos angustiosos y solitarios, en estos casos, como antídoto contra el dolor. “Existe un mayor riesgo de abuso de alcohol, e incluso adicción, en medio de desastres naturales, terrorismo, duelo y otras situaciones difíciles”, dice la farmacéutica Zila Sánchez, profesora del Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad Federal de São Paulo ( Unifesp).
No sería diferente con la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Como diría el querido amigo Chico Buarque: “Y eso también lo estamos tomando, sin cachaza, nadie tiene este cohete”. ¡Y qué cohete! “Além dos temores relacionados ao contágio e da preocupação com familiares e amigos, tem a ansiedade sobre a vacinação, dilemas financeiros e incertezas quanto ao futuro”, enumera o psiquiatra Arthur Guerra, presidente do Centro de Informações sobre Saúde e Álcool (Cisa), en Sao Paulo. Muchos se llenan los vasos para olvidar todo esto.
Alessandra Diehl, psiquiatra y vicepresidenta de la Asociación Brasileña para el Estudio del Alcohol y Otras Drogas (Abead), comenta que el movimiento es global. “Hubo un mayor consumo en países como Portugal, Alemania, Irlanda y Francia”, ejemplifica. Aquí, el panorama fue abierto de par en par por ConVid Behavior Research, realizado por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) en alianza con la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp). Los cuestionarios en línea respondidos por 44.062 personas de los cuatro rincones de Brasil, entre abril y mayo de 2020, revelaron que el 18% de los participantes comenzaron a beber más con la llegada de la pandemia. “Sentimientos como la tristeza están asociados a este resultado”, dice la investigadora y coordinadora de trabajo Célia Landmann Szwarcwald, de Fiocruz.
Otro gran estudio, realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con la participación de 12 328 adultos de 33 países de América Latina, también muestra un desgaste emocional detrás de la exageración. “Observamos un aumento en la frecuencia de lo que llamamos consumo excesivo episódico o consumo excesivo de alcohol”, dice Zila, una de las científicas brasileñas involucradas en el trabajo. El término puede traducirse, de manera poco elegante, como «borracho» y corresponde a tomar cinco o más tragos en una sola ocasión. Serían casi 2 litros de cerveza a la vez.
Con restricciones en el funcionamiento de bares, restaurantes, discotecas y cancelaciones de espectáculos y eventos culturales, el hogar se ha convertido en el principal entorno de consumo de etilo. Y, si antes la copa de vino estaba restringida a la mesa de la cena, ahora se puede esconder detrás de la computadora durante las horas de trabajo. Así, sorbo a sorbo, las botellas se vacían en una insospechada tarde de martes. Solo el cuerpo y la mente pueden sufrir el hábito.
Para los antiguos, la capacidad de adormecer la mente, así como los procesos fermentativos que convierten el grano en cerveza, tenían algo de sobrenatural. El líquido dorado sería un regalo de los dioses. El vino, a su vez, fue compartido por pensadores en los coloquios. Las copas destiladas, en cambio, aparecen cerca de pintores, escritores, músicos y muchos otros artistas. Ya sea para generar ideas, agudizar la creatividad o lograr inspiración, las bebidas siempre han encantado a la humanidad. “Como cualquier droga, el alcohol despierta el deseo precisamente por sus efectos placenteros”, dice el farmacéutico Fabrício Moreira, profesor del Instituto de Ciencias Biológicas de la UFMG.
En el cerebro, las moléculas de etanol interfieren con la recaptación de dopamina, mecanismo que trae euforia y relajación en los primeros sorbos. “También afectan a otros neurotransmisores, conocidos como Gaba, que relajan”, explica el farmacéutico Carlos Tirapelli, de la Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (USP). Esta pausa incluso puede provocar somnolencia. Y dormir bien es un sueño de muchas personas en tiempos de pandemia. En la encuesta de la OPS, el 18% de los encuestados informó haber tenido que dormir durante la crisis de salud.
Pero ni siquiera pienses en usar bebidas como aliadas contra el insomnio. La estrategia tiene todo para ser contraproducente. La exageración en la bebida generalmente conduce al aflojamiento de estructuras en la región de la faringe, el paladar blando y la úvula. El resultado es un ronquido insoportable, que genera crisis matrimoniales y te hace despertar. “El descanso acaba comprometido”, señala la psiquiatra Renata Azevedo, jefa del Departamento de Psiquiatría de la Unicamp. Otro error es creer que ahogar las heridas en el vaso ayuda a rescatar la salud mental. Al contrario: puede agravar condiciones de ansiedad y depresión ya existentes o incluso enmascarar estos problemas, retrasando el diagnóstico y el tratamiento. También existe el riesgo de agresiones y peleas.
El gran objetivo de la exageración
En esta confusión, ya sabes: el hígado está severamente castigado. Para empeorar las cosas, una ola de falacias ha contribuido a que su situación sea aún más delicada. «En un intento de combatir el coronavirus, el uso indiscriminado de ciertos medicamentos provoca graves daños en el órgano», advierte el hepatólogo Márcio Dias de Almeida, del Hospital Moriah, en la ciudad de São Paulo. El estudio coordinado por Fiocruz revela otros impactos negativos. La pandemia provocó una reducción en la ingesta de frutas y verduras, un aumento en el consumo de alimentos ultraprocesados y un aumento de las tasas de sedentarismo. Es decir, un plato lleno para la obesidad, condición que favorece el depósito de grasas en el órgano, provocando esteatosis. Tantos problemas al mismo tiempo generan inflamación y la aparición de cicatrices, allanando el camino para una cirrosis peligrosa o incluso un cáncer de hígado.
De hecho, las células de todo el cuerpo son vulnerables al abuso diario y durante largos períodos de la cerveza y la compañía. No faltan estudios que asocian la bebida con la aparición de tumores. Tanto es así que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (Iarc, siglas en inglés) sitúa el consumo exacerbado de alcohol entre los 11 principales factores de riesgo del mal. Además del hígado, el foco más evidente, la boca, la laringe, el esófago, el estómago y las mamas aparecen en los estudios como víctimas de la exageración. Las sustancias derivadas del metabolismo del etilo, como el acetaldehído, se han identificado como agentes cancerígenos.
Otros daños, en el caso de la pancreatitis, pueden ser provocados por una característica química del alcohol. El profesor Tirapelli explica que la composición del etanol facilita la interacción simultánea con agua y grasa. «La molécula logra la proeza de atravesar las membranas celulares y permanecer en ambientes acuosos», dice. Así, se propaga libremente por todo el cuerpo, llegando a diferentes tejidos y desencadenando efectos terribles.
Las entidades sanitarias establecen un límite de consumo diario de alcohol que corresponde a una lata (350 ml) de cerveza o una copa (150 ml) de vino o ¼ taza (45 ml) de aguardiente para mujeres. Sin embargo, para la psiquiatra Renata, de la Unicamp, no existe la llamada “bebida saludable”. Y a pesar de su fama, ni siquiera el vino debe clasificarse como benefactor. De hecho, ha tenido éxito en cuarentena. Alessandra, de Abead, comenta que los grandes supermercados registraron altas ventas, tanto en tiendas físicas como en el comercio electronico.
Pero ¿qué pasa con la aclamada dieta mediterránea, con su espacio reservado a la bebida milenaria de la uva? Bueno, hay todo un contexto para poner en perspectiva. Empezando por la propia región, que incluye países como Grecia, Italia y España. Teniendo en cuenta que estas personas no son tan sedentarias ni estresadas y el menú está lleno de verduras, cereales, frutas y pescado, es fácil entender el vínculo con la longevidad. Hay más: la moderación está presente. De ahí que el beneficio provenga de la sinergia, haciendo imposible aislar los cuencos.
En cuanto a la protección cardiovascular atribuida al vino, se pierde ante los desequilibrios. A pesar de que pequeñas cantidades promueven la relajación de los vasos, quienes aprueban la factura pueden encontrar lo contrario. “Las exageraciones provocan un aumento de la actividad simpática, estimulando el sistema renina-angiotensina, proceso que culmina en la vasoconstricción”, dice Tirapelli. Luego, la presión arterial despega. El etanol también reduce los niveles de óxido nítrico, un potente dilatador de las arterias y que también participa en la erección del pene. Es solo daño.
En los laboratorios de la USP, Tirapelli y su equipo observaron, en animales, que altas dosis de alcohol perjudican la circulación sanguínea de los cuerpos cavernosos, una estructura del pene. Resultado: disfunción eréctil. Otros estudios revelan que la producción y la calidad de los espermatozoides se ven comprometidas. Por lo tanto, cualquier persona que tenga planes de aumentar la familia debe dosificar la bebida. Para las mujeres, sería prudente prohibir las bebidas una vez que dejen de utilizar la anticoncepción. Los estudios muestran que, al comienzo del embarazo, todos los órganos del bebé son susceptibles a los efectos nocivos del etanol. Ah, y la recomendación de cero alcohol se extiende a personas menores de 18 años, vale la pena recordarlo.
“Las personas con diabetes también deben mantener las distancias”, dice la endocrinóloga Tarissa Petry, del Centro Especializado en Obesidad y Diabetes del Hospital Alemán Oswaldo Cruz. El alcohol puede desencadenar la temida hipoglucemia. «Las exageraciones bloquean la liberación de glucosa por el hígado», explica.
Copas y kilos de más
Tarissa destaca el vínculo entre las exageraciones del alcohol y el aumento de peso. “Cada gramo de alcohol aporta 7 calorías, mientras que la misma cantidad de proteínas y carbohidratos aporta 4 calorías, y la grasa suma 9”, compara. Además, el exceso altera algunas hormonas, como la leptina y el GLP-1, implicadas en la saciedad. El hambre llega rápidamente.
Si antes de que el coronavirus comenzara su desastroso viaje por el mundo, la obesidad ya estaba inflando el planeta, todo tiende a empeorar por los hábitos adoptados en la cuarentena. “Lo que se prevé para el futuro es preocupante de varias formas”, observa Célia, de Fiocruz. “En casa, mucha gente ha roto las reglas y no hay un estándar”, informa Renata, quien ha seguido los casos de alcoholismo que se han disparado en la Unicamp Ambulatory of Psychoactive Substances (Aspa).
Con la embriaguez desenfrenada en la vida cotidiana y la falsa idea de que las sensaciones provocadas por el alcohol son el salvavidas, acecha la trampa de la adicción. “Es necesario conocer la tolerancia y analizar, con mucha franqueza, el papel de la bebida en la vida”, aconseja el profesor Moreira, de la UFMG. La paciencia siempre es más que bienvenida. Sobre todo porque mantener el equilibrio ahora es garantía de salud y ganas de hacer un brindis cuando todo esto termine.
Señales de advertencia
Hay que estar pendiente de algunas pistas que denuncian el consumo nocivo y el riesgo de dependencia
Voluntad fuerte
Si el deseo de beber aparece en momentos inusuales, incluso durante el horario laboral, es fundamental buscar dominar la situación.
No hay control
Es importante redoblar la atención al darse cuenta de la dificultad de suspender las dosis servidas y la facilidad de caer en una condición de abuso rutinario.
Tensión sin bebida
Aumente la vigilancia notando que solo se relaja después de unas pocas bebidas y que el alcohol se ha asociado con los únicos momentos de bienestar en los últimos tiempos.
centro de la atención
Busque apoyo si beber se convierte en una prioridad. Reflexione sobre si las obligaciones y las relaciones personales están pasando a un segundo plano.
Cóctel de problemas
El abuso de alcohol está detrás de más de 200 tipos de enfermedades. Aunque el hígado es el principal órgano afectado, todo el cuerpo resiente beber:
Cabeza
Cuando la bebida se consume en exceso, surgen trastornos cognitivos con impactos en la memoria y el razonamiento.
Hígado
El etanol daña las células del hígado y está detrás de un proceso inflamatorio que aumenta la posibilidad de tener cirrosis y cáncer.
Peso
Además de ser calórico, el alcohol interfiere con la sensación de saciedad y desencadena signos de hambre. La combinación se refleja en el equilibrio.
Fertilidad
No bastaba con estar detrás de la disfunción eréctil, hay evidencia de que beber afecta la calidad de los espermatozoides.
Boca
La embriaguez promueve problemas como la gingivitis. Los estudios también asocian las bebidas espirituosas con un mayor riesgo de cáncer oral.
Corazón
Las dosis adicionales provocan vasoconstricción, un mecanismo que dificulta el flujo sanguíneo y aumenta la presión arterial.
Huesos
Existe evidencia de que el descontrol de los vidrios deteriora la mineralización ósea, favoreciendo la temida osteoporosis.
Sistema digestivo
El alcohol daña las paredes del esófago. En el estómago y el intestino, la agresión continúa provocando inflamación.
Inmunidad, un capítulo aparte
Cuando una enfermedad contagiosa asola todos los continentes, el sistema inmunológico debe estar tintineando. Entonces, administrar o abolir las bebidas es una buena estrategia. “El consumo abusivo de alcohol daña la microbiota intestinal”, advierte Ricardo Barbuti, gastroenterólogo del Centro Especializado em Digestivo del Hospital Alemão Oswaldo Cruz, en São Paulo.
Y cuando hay un desequilibrio de microorganismos allí, aumenta la probabilidad de que las sustancias inflamatorias viajen por la circulación, sacudiendo nuestras defensas. “El proceso también dificulta la absorción de vitaminas y minerales esenciales para la inmunidad”, advierte el médico.
Quítame esa taza
Algunas actividades ayudan a desviar la atención de la bebida:
Meditación
La práctica, que combina postura, técnicas de respiración y vaciar la cabeza, aporta relajación y alivia las compulsiones.
Actividad física
Incluso en el confinamiento, nada para quedarse quieto. Los ejercicios estimulan los núcleos cerebrales que desencadenan una sensación de bienestar.
Espiritualidad
No importa la creencia ni es necesario tener una afiliación religiosa, pero conectarse con lo trascendental impacta positivamente en los desafíos de la vida cotidiana.
Interacción social
Hablar con amigos y familiares, ya sea por videollamada o llamada tradicional, fortalece los lazos, distrae la cabeza y trae la bienvenida.
Canción
Clásico, MPB o el buen rock and roll de siempre. La elección depende del oyente. El caso es que los sonidos interfieren con el ritmo cerebral y evocan recuerdos y sensaciones.
Lectura y juegos
Viajar por las páginas de las novelas o aventurarse en el ajedrez, las damas y otros juegos pone a trabajar tu cerebro, evitando problemas.
Cuando es el momento de tratar
El etanol funciona en una región del cerebro conocida como núcleo accumbens, que tiene que ver con el placer y la recompensa. Por tanto, en quienes tienen predisposición al alcoholismo, la exposición excesiva y constante a la bebida puede acabar en dependencia. “El proceso es engañoso”, señala el psiquiatra Arthur Guerra.
Ante la desconfianza, se debe buscar un médico para un diagnóstico y tratamiento adecuados. Suele indicarse psicoterapia, asesoramiento familiar, medicación, además de la hospitalización para desintoxicar el organismo. Grupos como AA (Alcohólicos Anónimos) han realizado reuniones virtuales en esta fase de desapego social.